Capitulo III: El Lobo y el Aguila

-- La carga de caballería recorrió los cortos 200 metros que los separaban de su enemigo en unos cuantos segundos, saliendo de entre las arboledas, casi por sorpresa se abalanzaron contra la infantería Avenier. --

- Carguen!! Carguen!!

-- Se escucho entre el chocar de espadas y escudos. La caballería liderada por Statham cabalgó a paso firme contra las lineas enemigas que se batían con fiereza contra las tropas leales al Rey.

Llevaban unas cuantas semanas en escaramuzas y refriegas menores, pero ambos bandos sabían que esta batalla sería estratégicamente importante. Los ejércitos se encontraron a medio kilómetro del "Paso de los Mensajeros", el puente que comunicaba ambos tramos del camino real por sobre el río a unos cuantos kilómetros de Namarus, la capital del reino. --

--------------------------------------------

"Cuida a tu hijo..."

-- Esas fueron las últimas palabras de su mujer antes de despedirse y partir desde la Fortaleza Blanca a los valles centrales. --

- Lo juro, traeré a nuestro hijo de vuelta al calor de nuestro hogar...

-- Un beso sello la despedida y el ejercito comenzó su marcha, sabiendo Roy que los ojos de sus enemigos se extendían hasta su propia casa y que una movilización de tropas tan grande, no pasaría inadvertida.

Amaba a su mujer y sería incapaz de fallarle, por amor y por respeto a la mujer que le había dado a sus hijos. Nunca había podido entender como dos ramas de una misma familia podían ser tan distintas... Sus enemigos y su esposa, ambos eran Aveniers, los primeros del Nido de Águilas y la segunda, de la ciudad de Avenier. --

----------------------------------------

-- Su mente divagaba entre recuerdos cercanos de su despedida con su mujer, cuando la primera lanza ya apuntaba al pecho de su corcel.

Tirando de las riendas fuertemente logro que su caballo saltara por sobre el muro de lanzas que se formaba cayendo sobre sus enemigos. El ruido de huesos quebrándose bajo las herraduras del caballo y de su enorme peso no hicieron mas que terminar de despertar a Lord Statham de su ir y venir de pensamientos. --

- Aplasten a estos malditos! No les den ni un centímetro!

-- Las instrucciones eran claras, la infantería Statham empujó con sus escudos encajonando a la infantería rival contra la carga de caballería.

Roy Statham II cabalgaba junto a su padre, ataviado con una sobrecota con el emblema de la casa Statham, mientras Iracs comandaba las tropas de a pie en una perfecta sincronía.

La sangre corría, los yelmos volaban ante cada golpe de espada o escudo, los gritos de dolor y el relincho de los caballos heridos y sin jinetes inundaba el campo de batalla. --