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Después de Umitri
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Después de Umitri
Por fin, pudo dar un vistazo detrás de sí. La erupción había arrasado con todo; finalmente, y tal como había sido profetizado, de la vieja ciudad no quedaban ruinas observables, no al menos desde esa distancia. Después de edades de Gaia, la maldición había sido finalmente rota, y la mancha de sangre, había sido purificada, a través del poder ígneo de la montaña.
"Podría haber sido peor, pero ahora, ¿dónde estoy? ¿Se salvó alguien?"
Apenas tocado por la ceniza, una alta figura en armadura se incorporó, razonablemente lejos de lo que fue una orgullosa ciudad élfica. El murmullo del río se sintió cerca, y de una u otra manera, pudo entender que esto era mucho más que un sueño, o una sencilla ilusión de su mente. Esto realmente había pasado.
Y de pronto lo recordó. Seguramente, no todos los invasores habían sido aplastados por la erupción, y podían estarlo siguiendo. Por otro lado, ¿qué era de la gente de la ciudad? ¿Había habido sobrevivientes? ¿Ella había logrado guiarlos a su salvación? Sea como fuere, debía ponerse en marcha de inmediato.
Sus pies lo guiaron a un sendero entre los altos abetos, un sendero por el que no había caminado en mucho tiempo, quizás antes de que todo hubiese comenzado, antes que fuera manchado, y mucho antes de Hannadbalan, por supuesto, y sin embargo, le pareció extrañamente conocido. Comenzó a correr de forma ligera, sigilosa.
El canto de los pájaros era distinto, como si hubieran sido liberados de una prisión invisible. Todo era más sonoro, más colorido, como si finalmente él, luego de la muerte de la elfa de cabellos rojizos, hubiera conseguido la redención, y pudiera volver a vivir. Entonces recordó a la jovenzuela, su mirada pura y llena de confianza en él, que era en todo sentido un asesino, y por primera vez, en mucho tiempo, sintió vergüenza.
" Vamos, no se encuentran enemigos aquí. Podemos ir al bosque de Appril, y luego, seguir viajando hacia el sur. No hay tiempo que perder."
Y él sabía de quien era esa voz dulce, juvenil, que ahora, sin embargo, por virtud y efecto de la tragedia, se encontraba enaltecida, divinizada, como si fuera de la misma Elbereth. Sabía que debía seguirlos, al menos para ayudar en su protección. Después de todo, eran lo último que quedaba de una nación condenada.
"Podría haber sido peor, pero ahora, ¿dónde estoy? ¿Se salvó alguien?"
Apenas tocado por la ceniza, una alta figura en armadura se incorporó, razonablemente lejos de lo que fue una orgullosa ciudad élfica. El murmullo del río se sintió cerca, y de una u otra manera, pudo entender que esto era mucho más que un sueño, o una sencilla ilusión de su mente. Esto realmente había pasado.
Y de pronto lo recordó. Seguramente, no todos los invasores habían sido aplastados por la erupción, y podían estarlo siguiendo. Por otro lado, ¿qué era de la gente de la ciudad? ¿Había habido sobrevivientes? ¿Ella había logrado guiarlos a su salvación? Sea como fuere, debía ponerse en marcha de inmediato.
Sus pies lo guiaron a un sendero entre los altos abetos, un sendero por el que no había caminado en mucho tiempo, quizás antes de que todo hubiese comenzado, antes que fuera manchado, y mucho antes de Hannadbalan, por supuesto, y sin embargo, le pareció extrañamente conocido. Comenzó a correr de forma ligera, sigilosa.
El canto de los pájaros era distinto, como si hubieran sido liberados de una prisión invisible. Todo era más sonoro, más colorido, como si finalmente él, luego de la muerte de la elfa de cabellos rojizos, hubiera conseguido la redención, y pudiera volver a vivir. Entonces recordó a la jovenzuela, su mirada pura y llena de confianza en él, que era en todo sentido un asesino, y por primera vez, en mucho tiempo, sintió vergüenza.
" Vamos, no se encuentran enemigos aquí. Podemos ir al bosque de Appril, y luego, seguir viajando hacia el sur. No hay tiempo que perder."
Y él sabía de quien era esa voz dulce, juvenil, que ahora, sin embargo, por virtud y efecto de la tragedia, se encontraba enaltecida, divinizada, como si fuera de la misma Elbereth. Sabía que debía seguirlos, al menos para ayudar en su protección. Después de todo, eran lo último que quedaba de una nación condenada.
Duror- Habitante
- Mensajes : 61
Fecha de inscripción : 02/01/2013
Ficha
Nombre:: Duror
Reino/Imperio:: Imperio Tirreno
Raza:: Enano
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