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Las Sombras de las Montañas

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Las Sombras de las Montañas Empty Las Sombras de las Montañas

Mensaje por Duror Mar Ene 08, 2013 3:04 am

"¿Por qué te levantas, Adorado Mío? No parece ser momento para que te separes de mi lado, no en una noche tan hermosa como ésta."

En el confortable y amplio lecho, una joven esbelta, de cabellos largos de espléndido color miel que parecían resaltar incluso en la tenue luz nocturna, ojos color esmeralda y rasgos bellos, delicados, coronados por unos labios de intenso color rojo, que contrastaba con su piel nívea, imploraba tiernamente a su compañero, quien parecía inquieto, volver a la feliz rutina de una tranquilidad compartida.

El cuarto, demasiado regio para ser obra de los burdos Hombres, se encontraba decorado de manera delicada, con telas suaves, de colores fantásticos, con motivos hermosos pintados, estampados y tallados, del cual el más recurrente parecía ser un escudo que parecía mostrar cinco ríos, cruzándose en un fondo verde. Todo parecía perfecto, insuperable, en aquel dormitorio. Y sin embargo, él, ya vestido, dirigía su mirada hacia más allá de la amplia ventana de sólida piedra que tenía enfrente, hacia la lejanía nocturna.

Era, por cierto, una noche espléndida, fresca y despejada. Una luna creciente, pequeña, dejaba que las estrellas, ordenadas en constelaciones distintas y brillantes, pudieran apreciarse en todo su distante esplendor, pudiendo además observarse, más cerca, un extraño brillo anaranjado, que hacía resaltar la silueta de una montaña cercana.

" Tú sabes, Adorada Mía, que no puedo, desde tiempos muy anteriores a que los dioses bendijeran Gaia con tu dulce presencia, abandonarme a los placeres; no por mucho tiempo al menos. ¿Recuerdas que dije, hace no mucho ni muy poco, que llegaría un momento en que debería volver a salir, acaso más allá de nuestras tierras, para defender Leben Duin una vez más, en una era en que no sólo la paz sino nuestra mera existencia se verían gravemente amenazadas?"

Él era alto, delgado, de piel rosada y suave, y largos cabellos de color oscuro, y las aguzadas orejas y apariencia lozana, perfecta, demostraba a ciencia cierta que tanto él como la muchacha pertenecían a la antigua raza de los elfos, las más antiguas criaturas vivientes, o casi las más antiguas. Si bien parecía tanto o más bello y juvenil que ella, la melancólica, arcana mirada de sus ojos azulados, cristalinos, dejaba en evidencia que era mucho más antiguo, nacido en tiempos inmemoriales, brumosos.

Ella respondió a sus palabras con acongojado silencio, dando entender con un suave movimiento de su cabeza que comprendía de qué estaba hablando el joven, y esperó, con lentitud, a que siguiera hablando, con expresión entristecida, aunque sin derramar lágrima alguna.

" Esa luz en la lejanía me recuerda algo que creía haber olvidado, al menos por un tiempo, en la calidez de tus brazos. Y por más difusas que sean mis propias remembranzas, sé que debo moverme de inmediato. Por otro lado, sabes muy bien que de seguir contigo en el lecho, ellos me rogarían que abandonase mi felicidad en pos del interés de todos. Y tú tendrás tu propio rol que jugar, aquí, lo cual me deja algo más tranquilo..."

"Tú sabes que ni la mayor de las amenazas, ni la más cruel de las deshonras podría hacerme abandonar mi afecto por tí. Es más, acepté desde el principio que habría un momento en que me dejarías, no tienes por qué explicarme largamente. Soy más joven que tú, pero no tonta, ¿sabes?"

Antes que pudiera proseguir la conversación, se sintieron ruidos provenientes desde abajo, de la entrada del edificio. De pronto, una vez ambos callaron, se pudo sentir con nitidez una voz clara y armoniosa. Ciertamente debía tratarse de un ser distinguido, importante.

" El sello que ves es del Consejo de los Quince, no entiendo vuestra paranoia. Vengo, venimos, en busca de Loknacil. Y presumo que él debe estar preparado y listo, al menos si la mitad de leyendas acerca de él es mitad cierta."
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Mensaje por Duror Mar Ene 08, 2013 3:08 am

Era un poco más alto que él, de contextura delgada, largos cabellos color castaño cuidadosamente peinados, mirada inteligente y ropajes coloridos, de fina factura, que denotaban que aquel mensajero era alguien distinguido y venerable entre los nobles y sabios Elfos de Leben Duin.

Dos guerreros élficos vistiendo armaduras de la mejor factura lo custodiaban, dando un tinte oficial a la visita a la espléndida residencia de los amantes. Ellos, los soldados, no fueron capaces de disimular su honda admiración ante el personaje de aspecto juvenil y mirada prístina que, bajando con parsimonia, se presentaba ante ellos. Pero el elfo de regios ropajes permaneció impasible.

" Ya era hora; y en cierto modo me siento decepcionado de no encontrarte completamente preparado, Caelendir. Supongo que habré de esperar que ensillen el caballo y preparen la armadura."

Por un breve momento pareció que ambos cruzaban una mirada envenenada, teñida de un odio inmemorial, pero luego, el aludido recobró una expresión de cauta cordialidad, a la par que respondía:

" Supongo que no es necesario apresurarse en exceso, no ahora que el tiempo mismo ha envejecido, al menos para nosotros. Y los Quince han sobrevivido bastante tiempo siendo Catorce en la práctica, bien pueden esperarme un par de horas, ¿no es así?"

" Sabes muy bien que si se pudiera prescindir de ti, no habría necesidad para mí de venir aquí, a asegurarme de tu regreso. Has pasado demasiado tiempo divirtiéndote con tu jovenzuela... Por cierto, mis respetos, Señora."

Las últimas palabras del enviado coincidieron con la aparición de la joven. Aunque vestida de forma rápida, improvisada, la apariencia de la muchacha no dejaba de ser espléndida, maravillosa, con sus cabellos adquiriendo un tinte magnificente, de color oro, a la rojiza luz de las antorchas.

" Mis respetos a ti también. Sin embargo, dado que, según presumo, tienen prisa, sólo deseo despedir a mi amado, y confiarle un último regalo. Espero que te parezca bien."

Sin esperar la respuesta, ella, tras besar de forma corta, recatada, los labios de Caelendir, tomó de forma cariñosa la mano de su compañero, en el cual dejó una cadena fabricada de un metal fabuloso, multicolor, de la cual pendía una imagen minuciosamente fabricada, del mismo metal. Tenía la forma de un dragón.
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Mensaje por Duror Mar Ene 08, 2013 3:12 am

El camino, una serie de cuidadas carreteras y senderos boscosos, cruzando 2 ríos, fue recorrido por la reducida comitiva de forma fácil y rápida. El conocimiento de la senda, y la ausencia de un peligro real en el corazón de las tierras élficas se unían al frío silencio que guardaban mensajero y caballero para forzarles a seguir más rápido. De pronto, una vez desmontados, guiando a pie a las bestias y sabiendo que la espléndida ciudad se encontraba cercana, el guerrero tomó la palabra.

" ¿Así que pretenden recibirme como héroe, y darme el mando del Ejército? ¿Qué he hecho para merecer esto? "

" En eso estoy de acuerdo. No entiendo cómo, después de todo este tiempo, siguen tomándote por héroe cuando en el fondo eres el irresponsable que generó todo esto. Y todavía quieres huir de sus consecuencias, por lo que he visto. ¿Qué edad tiene esa muchacha, por cierto? ¿Sabe lo que hiciste?"

Por un momento pareció que ambos elfos, altivos y formidables, iban a enfrentarse, lo que llevó instintivamente a los guardias a interponerse entre ellos. Luego ambos rieron de forma estrepitosa, aunque evidentemente forzada.

" Ni yo recuerdo lo que pasó ni tú estuviste ahí, por lo cual tus acusaciones me tienen sin cuidado. Y francamente, creo que ella, muchacha como la llamas, ve con mucha mayor claridad que tú y los otros sabios autoproclamados del Consejo lo que tenemos enfrente. Y me temo, que, por lo mismo, entiende todo con mayor certidumbre que la que yo poseo; es por eso que la elegí como compañera, y me inquieta dejarla. Mas, dejémonos de charlas, deben estarnos esperando."

En la misma residencia regia, fantástica, en medio de los bosques, la muchacha de cabellos rubios y presencia perfecta, ataviada con una pesada capa de viaje de color azul grisáceo, se aprestaba a marcharse cual ave migratoria.

" Una vez has dejado el nido, no tiene sentido permanecer aquí, como si fuera tan débil como creen los demás. Es preciso que yo haga un pequeño viaje. Si puedo salvarte, Caelendir, bien vale el riesgo."
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Mensaje por Duror Mar Ene 08, 2013 3:17 am

La calzada, ya más amplia, lo suficiente para permitir el ajetreado tráfico hacia lo que parecía ser un gran centro comercial, indicaba que se encontraban ya en el camino principal, a poca distancia de la ciudad, de la cual, desde la altura de aquella zona boscosa, ya era posible divisar las espléndidas torres, todas ellas de un blanco prístino, inmemorial, como si aquellas estructuras ya existieran desde el principio de los tiempos.

De pronto, a la aguzada vista de los elfos les fue posible observar el único edificio que no era fabricado de piedra blanca, sino que poseía un color rojo intenso, señorial, como si hubiese sido esculpido en el fuego de un volcán. Su impresionante tamaño podía indicar incluso a alguien que, a diferencia de ellos, fuese nuevo en aquellas tierras, que se trataba de un lugar especial. También les fue posible ver que un gran número de seres se encontraba reunido en torno a él.

" Debemos marchar rápido. Sin importar lo divertido que te pueda parecer que los nuestros den debida gravedad a la situación, no es decoroso tardarse."

El de aspecto más juvenil observó con jovialidad, aunque con un cierto grado de comprensión a su solemne contraparte. Sin duda él se encontraba más cerca de su pueblo, más comprensivo del inmenso horror que se cernía sobre todos. Después de todo, era él quien era el mayor nexo que tenía con la ciudad, tras haberla dejado.

" Es cierto que debemos arribar rápido ahora que están reunidos. Y sin embargo, me pregunto qué estará haciendo la muchacha que dejé. Hay tantos misterios reunidos en ella, que no te imaginas..."

" ¿Puedes dejar de tomar la situación a la ligera? ¿Ni siquiera te importa la seguridad de los nuestros, dado que no te importó nunca el bienestar de tus amigos, de mi hermana?"

" Esta vez estoy siendo serio. No estoy seguro de poder ser la solución esta vez, como no estás seguro de si alguna vez solucioné algo en primer lugar. Y tienes razones para pensarlo, no te culpo por ello. El regalo que me hizo, el amuleto, me hace pensar que ella sabe más de lo que parece. Fue eso lo que me atrajo de ella en primer lugar, más allá de su sublime belleza."

Su interlocutor se negó a contestar aquellas palabras, aunque no dejó de pensar en ellas durante el resto del camino. De pronto, las espléndidas murallas les encontraron, lo cual los empujó a apurar la marcha hasta la puerta, donde la guardia, advertida de la llegada de la importante comitiva, se apresuró a recibirles de forma obsequiosa. Después de todo, los ciudadanos se habían reunido recientemente, esperando la llegada de su más reconocido héroe.
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Mensaje por Duror Jue Ene 10, 2013 12:38 am

La blanca ciudad era fascinante; la luz del sol se reflejaba en todas las estructuras, dejando ver matices, colores, formas que no era posible observar en otro rincón de Gaia. Las gemas que enriquecían con sus expresiones las estatuas de piedra blanca, marmórea. En el medio de aquel paraíso, el edificio rojo parecía verse más colosal, más refulgente aún que la distancia. Sus formas simples no hacían sino resaltar la sólida perfección de aquel edificio inmemorial.

" Pasad, por favor, Señores. El Consejo os estaba esperando, vuestras Gracias."

Una joven dama, vestida con espléndidos ropajes de color turquesa, de formas esbeltas y largos cabellos color castaño, con ojos color esmeralda, los acogió inmediatamente con afectadas reverencias. La multitud reunida se limitó a observarles, sin atreverse a vitorear. Después de todo, el héroe que veían ante ellos estaba rodeado de misterio, como si sus hazañas fueran fuesen muy anteriores a la existencia de ellos, o de aquella ciudad.

El de aspecto solemne no pudo evitar una expresión de irritación al observar aquella veneración temerosa, envuelta en la ignorancia. El de aspecto jovial, por su parte, no parecía mucho más complacido por la actitud de la multitud, y pareció intentar alejar de él aquellos pensamientos oscuros, que le parecía, de forma vaga, ya había experimentado en el pasado, por alguna razón que había quedado en el olvido.

" Muchas gracias, Edecán, seas mil veces bendita por los Guardianes de Leben Duin. Vamos, Loknacil, no perdamos más tiempo. El Consejo debe estarnos esperando, y como sabes, no me gusta hacerlos esperar."

Escoltado por la dama y dos guardias de aspecto tan sublime como terrible, caminaron con rapidez hasta unas escaleras. Apenas un piso más arriba, se encontraba un gigantesco Salón decorado de forma fabulosa, con 15 sillones ricamente decorados. Desde el que se encontraba en el centro de ellos, una voz poderosa, calma, meliflua les dio la bienvenida:

"Bienvenidos de vuelta, Preclaros Hijos de la Tierra de los Cinco Ríos. En especial a vos, Caelendir, pues parecen haber transcurrido Edades, al menos en tiempo de los hombres, desde la última vez. Y creo que esta vez puedo perdonaros si veis esta visita con sufrimiento; tomad vuestros asientos por favor. Hay mucho que discutir, y me temo que debemos tomar acción cuanto antes, sobre asuntos de la mayor gravedad, que afectan el estado de Gaia, y nuestra propia existencia."
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Mensaje por Duror Miér Ene 23, 2013 4:34 am

El jefe del Consejo, Mallorion Espada de Plata, era un elfo de contextura delgada y piel tan blanca como sus largos cabellos, cuyas facciones finas y agradables parecían encerrar misterios de un pasado tan remoto que ni siquiera sus colegas podían jactarse de conocerlo del todo. A su llamado, los dos recién llegados respondieron de formas completamente distintas: uno, con respetuosa admiración, el otro, Caelendir, con una mezcla de irritación y temor. Aparentemente ignorando esta situación, el anciano volvió a tomar una palabra, una vez ambos se sentaron.

" Pues bien, supongo que ya todos sabemos el problema por el que he convocado a esta reunión extraordinaria del Consejo. Y mucho me temo que haber llamado de vuelta al Consejo al más querido de nuestros héroes hizo que todos los habitantes de la ciudad se enteraran, por lo que es preciso actuar rápido, y tomar decisiones certeras es el primer paso para ello.

Los signos que se observaron hace 2 noches son inequívocos. Todos nosotros somos suficientemente antiguos para recordar el horror de los tiempos antiguos. Y por alguna razón, han regresado, lo cual nos pone directamente en peligro, si mis recuerdos de las Edades pasadas de Gaia no me traicionan. ¿Alguna opinión, Thurgon, que vuestra iluminada mente pueda alumbrar?"


De pronto, todos los ojos se posaron tanto en Thurgon, el elfo de regios ropajes, cabellos castaños y aspecto circunspecto, como en Caelendir, quien parecía concentrado, como si tratara de recuperar una reminiscencia pasada. De pronto, surgió la voz, inusitadamente potente, clara, del Consejero:

" Pues, definitivamente, en situaciones potencialmente catastróficas como esta, no hay más opción que ser ágil, y actuar antes que el peligro nos golpee primero. La corrupción que este retorno supone para Gaia es algo inadmisible, y de ser necesario, debemos incluso buscar aliados para enfrentar la amenaza, mientras yo y Caelendir dirigimos un grupo a investigar los hallazgos más allá de las montañas. Además, es imprescindible preparar a la población para..."

"Espera, Thurgon, hay algo que no sabes..."

El orador, súbitamente interrumpido por el elfo de aspecto jovial, en cuyo rostro no se manifestaba más que un hondo temor, como si estuviera ante las imágenes más terribles de un pasado pleno de sangre y muerte, largo tiempo olvidados. La mirada atónita de la mayoría de los presentes contrastaba con la expresión rabiosa de Thurgon, quien rápidamente tomó la palabra:

" Caelendir, esto es impresentable. ¿Acaso ahora ni siquiera respetas a tus pares en el Consejo cuando exponen puntos y preocupaciones que van más allá de tu supuesta grandeza?"

Antes que se pudiera sembrar el desorden en la Asamblea, irrumpió nuevamente la voz de Mallorion, ahora en un tono demasiado solemne, sobrenatural, para ser ignorado por alguno de los presentes:

" Entiendo vuestra irritación, mi estimado Thurgon, pero no la condono. Mucho me temo que esta actuación excepcional de nuestro amigo Caelendir responde a una situación excepcional. Es por ello, Caelendir, que esperamos todo lo que tengáis que prevenirnos."
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Mensaje por Duror Miér Mar 06, 2013 8:43 pm

Pese a la expresión enfurecida de Thurgon, nadie pareció objetar la indicación del viejo decano del Consejo. Todos sólo esperaban, ahora, lo que Caelendir, quien parecía agitado, cerca de perder control sobre sí mismo, como si lo que estaba recordando fuera sencillamente demasiado terrible, incluso para el más alto de entre los Elfos.

" Sabéis que mis recuerdos de aquel día en que nació mi fama son difusos, en el mejor de los casos. Sin embargo, hay algo que recuerdo plenamente, y está en directa relación con el regreso de...

Pues bien, no se trata de una maldición que pese necesariamente sobre Gaia, sino sobre nuestra raza en particular. Dado que, antes de lo que sucedió, antes de Leben Duin, los Elfos se encontraban dispersos por la Tierra, es improbable que conozcan esto, pero algunos de nuestra raza, de un elevado poder, jugaron con la energía más poderosa que se encontraba a su alcance, y de una forma que me es confusa, la ataron a nosotros, la hicieron vivir más allá de su tiempo entre los nuestros.

Pues esos elfos, que creía extintos, fabricaron objetos, armas, en que encerraron parte de ese poder y que me hicieron posible, creo, vencer en primer lugar, y permitir la existencia de nosotros más allá de la era de los dragones. Nos compró el tiempo para fundar Leben Duin, y prosperar.

Sin embargo, creo que esa misma maniobra, al menos mientras no entendamos el secreto que encierra, es también el origen de esta nueva amenaza. No van a ser los ejércitos los que nos salven porque, como supongo recuerdan mejor que yo, no fue eso lo que nos salvó. Y sólo estos antiguos conocimientos, que no poseo, nos darán alguna esperanza. Toda otra acción sólo servirá para comprar tiempo, o bien, retrasar nuestra desaparición."


De pronto, tras terminar de hablar, retiró el collar con el motivo de dragón, que tenía alrededor de su cuello como recordatorio, ante los ojos expectantes de los otros 14 asistentes, que con excepción de Thurgon, parecían haber sido paralizados por la nueva revelación.

"¿No es este el collar que te dio como regalo tu muchacha? Si sabías esto, ¿por qué no lo dijiste? ¡Que la hagan buscar de inmediato!"

"Sí, ella me lo regaló. Creo que desciende de quienes fabricaron las armas, de quienes ataron el destino de los dragones al nuestro. Nunca me lo dijo, pero hay ciertas señales que ni alguien "tan inestable" como yo puede pasar por alto.

Y si piensas acusarme de traición por haber ocultado esta información, te responderé que no creo que su origen baste para hacer prisionero a alguien. Después de todo, si ella es quien creo que es, y si me ama como parecía hacerlo, debe estar ocupada en utilizar lo que sabe en nuestro favor. Es más, no me preocuparía en buscarla, pues mucho me parece que se encuentra ya demasiado lejos como para ser encontrada, a menos que ella lo desee.

Si os muestro, y ofrezco este amuleto es porque podemos poner a nuestros mejores herreros a trabajar en descifrar el secreto que se encuentra tras el metal. Es posible que ella nos haya salvado después de todo..."
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