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El Reino del Norte

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Mensaje por Vandarion Miér Dic 26, 2012 3:45 pm

Somos la gente del frío y la nieve. El hielo corre por nuestras venas y la escarcha blinda nuestros corazones. Quizas por eso no conocemos la derrota, y quizas por eso nuestro grito de guerra hiela la sangre del enemigo.
Cuando tus abuelos retozaban al sol en sus tardes veraniegas, mis abuelos se enfrentaban a puño y pedernal con los Leones del Hielo. Mientras tus dioses se regocijaban con tu vino, mis dioses nos abandonaban para que nos arreglaramos por nuestra cuenta. Por eso nuestros brazos son más fuertes que tu acero, por eso nuestra astucia es más rápida que tu pensamiento. Hemos viajado por las heladas aguas del Vinelven conquistando y reclamando lo que es nuestro, desde las montañas Isenfjell en nuestra tierra madre del Norte, hasta las orillas del Mar de Arena en el Sur. Desde los pantanos oscuros de Vintalayé en el Este hemos viajado, y hemos saqueado hasta las playas del Mar Infinito en el Oeste.
Desde las oscuras cuevas de Soverdrake salió mi raza, la más alta, la más fuerte. Bárbaros nos llamaron los Nesselis, a las orillas del Vinelven en el Sur, nosotros tomamos su hierro y a sus doncellas, ahora nos llaman Señores. Los Varos, los Tebelinos y los Doonaris intentaron tomar nuestras tierras, nuestro hogar, ahora controlamos sus cosechas, sus puertos y sus mercados y también nos llaman Señores. Los hombres de Steinmasse, con sus fortalezas, quisieron ser señores por sobre mi pueblo. Ahora sus fortalezas son nuestras y sus huesos quemados descansan bajo los acantilados, castigados eternamente por las olas del Mar Infinito. Los brujos de la torre negra de Vintalayé fueron los más sabios, doblando sus rodillas ante nosotros sin tener que desenvainar nuestras espadas ni alzar nuestras hachas. Pagaron su vida con conocimiento. Matematicas, ciencia, estrategia y magia. Es por eso que no somos un pueblo al norte del mundo. Somos el Reino del Norte, somos el Reino del Hielo, somos el Reino de Nördulf. Hemos forjado este mundo, nuestro mundo, con nuestras manos y nuestro acero. Ahora mi padre, Vignar el Pacífico, se ha reunido con nuestros ancestros, y yo, Vandarion, he de tomar su lugar como señor y cabeza de nuestras tierras. Pero hay más tierras trás el Mar de Arena, y hay montañas a lo lejos tras los pantanos de Vintalayé que aún no hemos tomado, y yo no quiero ser Vandarion el Pacífico como mi padre, yo seré Vandarion el Conquistador, y esas tierras pertenecerán a Nördulf, ellos elegirán si agachar o perder sus cabezas.


Última edición por Vandarion el Vie Ene 04, 2013 2:04 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Vandarion Miér Dic 26, 2012 4:28 pm

Unos pasos suaves resonaron en la fría roca al otro lado de la pesada puerta de roble tachonada con hierro. Vandarion reconoció el paso cansino del anciano Mioir y sonrió levemente bajo su espesa barba. Se acomodó en la enorme silla y marcó con un pergamino la página del libro que estaba leyendo y la cerró, despejó un poco la única mesa que había en la biblioteca y se apoyó en el respaldo de la silla a la espera del anciano.
La puerta se abrió con un gruñido casi imperceptible y la delgada figura del anciano se asomó con gesto reprobatorio. La luz de las antorchas del pasillo resaltaban el largo pelo blanco del brujo que se veía casi traslúcido desde la posición de Vandarion. La nariz aguileña del anciano hacía resaltar aún más su gesto adusto marcado por sus espesas cejas negras como el carbón que contrastaban con su cabello blanco. Vandarion siempre se preguntó de que color sería su barba ya que Mioir siempre iba perfectamente afeitado.

- Mi señor Vandarion, no son horas de estar en pié, el último cuerno sonó hace bastante y mañana son las ceremonias tuya y de tu padre.
- Ceremonias son solo eso Mioir, me es más provechoso estudiar mapas e historia. La sofocación de la rebelion de los Tebelinos hace sesenta años me parece de utilidad hoy.
- Lo puede ver pasado mañana, cuando sea oficialmente rey. Hoy necesita descansar.

Vandarion pareció no haberlo escuchado y sacando del montón nuevamente el libro que había estado leyendo lo abrió donde el pergamino marcaba. Recorrió la página con el dedo hasta llegar donde había quedado y se dirigió a Mioir.

- Esto me parece de suma utilidad. Es un viejo libro de Steinmasse, tu sabes que trataron de ser señores por sobre nosotros hace más de una centuria.
- Eran bastante organizados... - Mioir dudó un momento - Hubieran tenido buenas chances de no haberse tropesado con Nördulf.
- Tenían una práctica para prevenir rebeliones... la primogenit...
- La primogenitura, el primogénito del líder de cada pueblo bajo su poder era enviado a su capital y quedaba bajo la custodia del rey.
- Un secuestro disfrazado de honor...
- Una buena medida que impidió rebeliones.
- ¿Porqué no la implementó Nördulf?
- Los demás pueblos son considerados débiles, y con razón, no sería bueno que el primogénito de un lider lacayo muriera en una práctica militar.
- Débiles... claro que sí... si murieran incitarían una rebelión más que impedirla... - Vandarion sonreía mientras pensaba para sí mismo - He de pensarlo bien...
- Puede pensarlo pasado mañana señor, hoy hay que descansar.

Vandarion miró con simpatia a su anciano tutor, no era originario de Nördulf, pero su sabiduría era de respetar, no por nada fué consejero de su padre.

- Tienes razón Mioir, lo pensaré luego de mañana, si embargo es de suma urgencia. Pasado mañana necesito una reunión contigo, Dragnir y Aldarión.
- Los Varos se han mostrado fieles...
- Sí, comunicate mañana con Adamantis, lo quiero también en la reunión.
- Así lo haré señor.

Mioir se retiró hacia la puerta y quedó esperando para asegurarse que Vandarion saliera de la biblioteca para descansar. Vandarion marcó nuevamente el libro y salió al pasillo junto con Mioir. Caminaron en silencio hasta la puerta de su antigua habitación, antes de separarse, Vandarion puso su enorme mano sobre el hombro del anciano.

- Para conquistar necesito unificar por completo nuestro territorio. Sin eso sucumbiremos.
- Eres muy diferente a tu padre Vandarion.
- Eso espero viejo amigo, eso espero
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Mensaje por Vandarion Vie Dic 28, 2012 3:51 pm

Un grueso y profundo aullido de cuerno rompió el silencio de aquella mañana, marcaba la segunda hora tras la salida del sol y daba inicio a la ceremonia que duraría el día completo. Vandarion observó el cielo nublado, como casi todos los días septentrionales, un gelido viento venido desde las altas cumbres de las Isenfjell le dió en la cara sintiendo pequeñas punzadas debido a la temperatura. Hoy vestía como debía vestir un Rey del Hielo, su pelo y barba se mantenían perfectamente trenzados con unas argollas de bronce que se apretaban al final de cada trenza, una tupida cota de malla de acero negro le cubría torso y piernas, le protegían hasta la mitad de los bíceps en los brazos y bajaba hasta la mitad de la espinilla en las piernas, dos cortes iguales por el frente y por atras le permitian mover las piernas libremente sin enredarse, ésta era una típica cota de malla usada por los Fryst Ulvens. Por sobre la cota de malla llevaba una armadura de placas de acero negro que le cubría el pecho y la espalda, tenía dos articulaciones hábilmente trabajadas, una justo debajo del esternón y otra a la altura del estómago para evitar la rigidez de movimiento. Sobre su hombro derecho una cabeza de León del Hielo parecía estar mordiendole el brazo, por debajo de su brazo derecho pasaba una de las patas y por sobre el hombro izquierdo pasaba la otra pata, encontrandose en el medio y sujetandose firmemente con un alfiler de bronce, por su espalda caía el resto de la piel del León, de un blanco níveo, sus patas no alcanzaban a tocar el suelo y su corta cola apenas lo rozaba. Sus piernas no solo eran resguardadas por la cota de malla, sino tambien por calzones de malla, y contrario a sus costumbres llevaba unas vistosas grebas de bronce pulido sobre sus pesadas botas de piel, lo que sí le gustaba llevar eran las protecciones de acero negro en la punta de las botas y en los talones. La tradición dictaba que no debía llevar armas encima por lo que Forfrysninger se había quedado en el castillo, una lástima pues le hubiera gustado lucirla.
Bajó las escarpadas laderas que llevaban desde la entrada del Castillo de Piedra hasta la ciudad por un angosto camino de tierra y piedras sueltas, era algo peligroso pero la costumbre hizo que no perdiera pié durante todo el camino. Al llegar abajo lo esperaban sus dos camaradas mas cercanos, Aldarión, comandante de los Ulf, y Dragnir comandante de los Fryst Ulvens. Se saludaron a la manera ceremoniosa, llevando el puño izquierdo hasta el pecho y poniendo la mano derecha sobre el hombro izquierdo de quien saludaban.
Dragnir era el más bajo, bordeaba el 1'90 de estatura, pero era por lejos el más robusto de los tres, sus brazos como troncos no llevaban protección y sus hombros solo eran protegidos del frio con hombreras de piel de León del Hielo Negro, un ejemplar muy dificil de encontrar, llevaba al igual que vandarion una cota de malla de los Fryst Ulvens tomada por la cintura con un cinturon tachonado. Su cabello rojo flotaba al viento totalmente libre, y su barba se partía y se convertía en dos trenzas tomadas con cuerdas negras. Aldarión en cambio era espigado y flexible, de la altura de Vandarion, era más delgado pero de reflejos rápidos como una comadreja, su cabello negro azabache contrastaba con su piel blanca, se peinaba cuidadosamente hacia atrás tomandose el cabello en una trenza que llegaba a media espalda, mientras que su barba no era más que una trenza que caía directamente desde su barbilla, la cual se aseguraba en el cinturón para que no molestara en batalla. Vestía su armadura de cuero con hebillas y tachones de acero de largo hasta las rodillas, hombreras del mismo material, calzones de malla y botas con grebas de cuero y metal.

- Te ves más viejo Vandarion – Dijo Dragnir con una sonrisa.
- Y tu mas gordo Dragnir – Respondió Vandarion sin titubear provocando un estruendoso estallido de carcajadas de parte del aludido.

Los tres bajaron charlando animadamente por la adoquinada calle principal, la cual daba directamente a la plaza de la ciudad donde comenzaría la ceremonia una vez Vandarion estuviera ahí.
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Mensaje por Vandarion Jue Ene 03, 2013 2:49 pm

El camino descendía en una lenta pendiente hacia la plaza principal, la cual se encontraba abarrotada desde el día anterior, y donde la gente no había dejado de bailar, beber y comer a la salud del Rey que los dejaba. La música de flautas y otros instrumentos se oía desde lejos, y a la mitad del camino dos Ulf se unieron a los tres caminantes adoptando todos la formación que se ocuparía para la ceremonia, los dos Ulf irían por delante portando cada uno un estandarte de Nördulf, huella de lobo de gules sobre campo de plata, Vandarion iría tras los dos Ulf y sus dos comandantes cerraban la formación uno al lado del otro.
Al tiempo que llegaban a la plaza un nuevo cuerno llamó al silencio, el cual se hizo de inmediato, a la vez que un camino se abría desde el borde hasta el centro de la plaza. Los estandartes de las ciudades del reino corrieron a situarse a los bordes de este improvisado camino y mientras avanzaban Vandarion miraba a su alrededor reconociendo los estandartes principales y quién venía en representación de las ciudades.
Primer estandarte a la derecha un velero de plata sobre campo de azur, el representante de Tebelia no lo conocía, no era ni el viejo gruñón de Rolf Randill, ni su hijo Arlaf Randill. Frente al estandarte de Tebelia se alzaba un estandarte con un caballo de oro rampante sobre campo de sinople, el estandarte era sostenido por Adamantis, Vandarion sonrió para sus adentros, sabía que podía contar con los Varos.
Siguiente estandarte a su derecha, era el estandarte de Nördulf pero dentro de la huella de lobo se apreciaba un dragón de sable, era el estandarte de Steinmasse, y quien lo sostenía era su primo Grümfeld el Cuervo, apodado así por una batalla a la que llegó tarde, su padre lo encaró preguntándole si venía a pelear o a picotear los cadáveres.
Frente al estandarte de Steinmasse se hallaba un estandarte con una torre de sable sobre campo púrpura, la Torre Negra de Vintalayé, sostenían el estandarte dos aprendices con capucha, delate de los cuales se hallaba el Archimago Irior, el jefe superior de la orden de los brujos, Vandarion también contaba con la fidelidad de Vintalayé, pero hasta él mismo se sorprendió de ver allí a Irior quien no salía nunca de la torre.
El siguiente estandarte a su derecha mostraba un cuerno de la abundancia de oro atravesado por un puñal de plata sobre campo sanguíneo, el estandarte de los Doonaris. Lo sostenían Abul Rakim señor de las tierras del sur y un capitán. Finalmente frente al estandarte Doonari se encontraba un estandarte con dos espadas cenizas cruzadas coronadas por un yelmo de sable sobre campo de plata, lo sostenía lo que parecía ser un soldado raso, Vandarión frunció el ceño, el señor de Nesselia no solo no se presentó, sino que se atreve a insultar a Nördulf enviando a un soldado raso en su lugar. Sin embargo Vandarion contuvo su ira pues llegaba al centro de la plaza, donde en un enorme trono de madera se encontraba su padre sentado con la Espada Real descansando en su regazo.
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Mensaje por Vandarion Vie Ene 04, 2013 4:07 pm

"Vandarion, un día podrás sentar tu culo en el trono, pero serás tú el que soporte el peso del trono, y del reino" - Una vez se lo dijo su padre, cuando Vandarion pensando que nadie lo veía se sentó en el trono. Hoy nada más comenzar la ceremonia se dio cuenta que aquello era más literal de lo que había pensado entonces. El nuevo Rey debía demostrar a su pueblo no solo la fuerza de su carácter, sino la fuerza de sus brazos, los dos Ulf con los estandartes de Nördulf caminaban delante marcando el paso, Vandarion marchaba después, sobre sus hombros cargaba el peso del trono y de su padre enfundado en su armadura, atrás caminaban Dragnir y Aldarión sosteniendo apenas el peso, más que nada para evitar que el Rey cayera en caso de que el príncipe perdiera el equilibrio.
La cara de Vandarion variaba de rojo a casi púrpura, y a pesar del frío el sudor recorría su frente resbalando hasta su mentón y cuello, debía pasear a su padre en el trono hasta llevarlo a la bahía donde sería cremado. Si Vandarion perdía el pié, cualquiera del reino con sangre de Nördulf podía reclamar el trono para sí, y Vandarion sabía que su primo Grümfeld estaría más que feliz de hacerlo.
Aún el frío reinaba en el lugar, su padre llevaba casi tres día muerto y un leve hedor ya comenzaba a hostigar el humor de Vandarion, no le gustaban las ceremonias, prefería la acción, pero de haberse rehusado se echaría al pueblo encima. Solo sería este día, luego comenzaría a poner orden, este pensamiento lo animó y redobló sus esfuerzos para llegar lo antes posible a la bahía.
La procesión continuó su camino sin sobresaltos, por sobre el final tambores y flautas comenzaron a sonar haciendo el ritmo de los pasos mas llevaderos, tras y alrededor de la procesión la gente caminaba y bailaba en un desorden tumultuoso donde los estandartes y varios guardias comenzaron a quedar atrás, cuando el trono llegó finalmente al lugar señalado el mediodía había pasado hace mucho y el corto día septentrional comenzaba a bajar la intensidad de la luz, la multitud se arremolinó alrededor cuando Vandarion y sus comandantes dejaron el trono en el piso, sobre un circulo ceremonial, el cual era de piedra adornado con diversos patrones de nudos celtas en el centro y rodeado por un conjuro rúnico tallado en el exterior. El silencio que se hizo era completo, era el turno de Vandarion de dar término a la ceremonia.
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Mensaje por Vandarion Lun Ene 07, 2013 5:05 pm

El grupo de diez Fryst Ulvens que habían sido la guardia personal de Vignar el Pacífico durante su reinado rodearon el trono, un hacha en cada mano y en posición de lucha, los ojos ocultos bajo el yelmo de acero que les protegía la nariz, pómulos y mejillas, sus trenzas caían sobre sus hombros, miraban desafiantes a todo alrededor, nadie se acercaría al trono.
Vandarion desarmado se acercó al trono por el frente y fue fuertemente empujado y obligado a retroceder por dos miembros de la guardia - ¡¿Quién osa aproximarse al Rey?! - Vandarion avanzó plantándose frente a los guardias gritando a voz en cuello - ¡Soy Vandarion, hijo de Vignar! ¡ Sucesor al trono de mi padre! ¡Vengo a relevar las labores de mi padre quien se ha marchado con nuestros ancestros! - Dragnir, comandante de los Fryst Ulvens se aproximó entonces y elevando su profunda voz gritó para que todos oyeran - ¡Dejad pasar a Vandarion hijo de Vignar! - La guardia se abrió y dejó un pequeño pasillo por el que Vandarion tuvo acceso al trono. A paso firme se aproximó al cadáver de su padre y tomó la Espada Real de su regazo, se volvió hacia los asistentes y elevando la espada por sobre su cabeza gritó - ¡Juro por mi brazo derecho, el brazo del hacha, que os llevaré a batallas que quedarán marcadas en la historia, os llevaré a la victoria y vuestro acero beberá la sangre de miles de pueblos vencidos! ¡Aquellos que me sigan serán recompensados ampliamente! ¡Aquellos que me traicionen... - Bajó la espada y apuntó directamente hacia donde se encontraba el estandarte de Nesselia - ... adornarán las picas con sus cabezas, y los peces comerán su carne!.
Pocos se dieron cuenta de la alusión directa y el publico rugió ante el juramento, las voces de ¡Vandarion!, ¡Batalla! y ¡Nördulf! resonaron por todo el lugar. Acto seguido Vandarion se separó del trono, los diez Fryst Ulvens se separaron también del trono y rodearon a Vandarion, Aldarión se acercó con una antorcha que hizo entrega a Vandarion, y éste sin miramientos encendió el trono que había sido tratado previamente con aceites y resinas para que encendiera rápido y el fuego durara lo suficiente para que el Rey se cremara completamente. Los portaestandartes se acercaron uno a uno y fueron plantando los estandartes alrededor del trono en llamas para que fueran consumidos junto con el Rey fallecido, Vandarion se fijó que el soldado de Nesselia sudaba y se veía bastante nervioso, sí se dio cuenta de la amenaza. Mioir se aproximó a Vandarion y fue detenido por la guardia, Vandarion hizo un gesto y lo dejaron pasar.

- ¿Que fue todo eso del juramento? Jamás se había hecho un juramento en una coronación...
- ¿Y que? Ahora soy el Rey, puedo cambiar las reglas, y las tradiciones
- Puedes cambiar las reglas, no te arriesgues con las tradiciones, esto que has hecho es de poca importancia y a la gente le ha gustado, pero debes ser responsable o te echaras el pueblo encima
- No me gustan las tradiciones, son una pérdida de tiempo, como los dioses, por eso no adoramos ninguno
- La gente comparte tu visión de los dioses, pero creo que tienen una opinión muy distinta sobre las tradiciones - Mioir observó a Vandarion que callaba, había entendido pero no le gustaba aceptarlo, así que Mioir cambió rápidamente de tema - Ha sido una amenaza muy directa hacia Nesselia...
- ¿Un soldado raso? ¡Voy a quemar su puta ciudad hasta los cimientos! ¡Hasta la hierba temerá volver a crecer en ese sitio inmundo! - La ira se reflejaba en los ojos celestes de Vandarion.
- ¿Y que pasará con los herreros? Sabes que son los más hábiles del reino
- Que se quemen junto con sus grandes señores, puedo conseguir otros herreros igualmente buenos en cualquier otro lugar... - Vandarion nuevamente se daba cuenta que no tenía razón y no quería dar su brazo a torcer, Mioir nuevamente se dio cuenta de esto y sonrió, mañana Vandarion pensaría distinto, lo conocía bien.
- Sabes que no es así...

Luego de esto observaron en silencio los estandartes en llamas, la mayoría ya era cenizas, el estandarte de Tebelia había caído al piso a medio quemar cuando el asta se quemó por completo, el que lo portaba lo tomó y lo volvió a arrojar al fuego donde se consumió, y una ráfaga de aire había desenganchado el de Nesselia que había volado por los aires y caído al río sin ninguna quemadura, el asta por otro lado se había vuelto cenizas completamente.

- Esos son los que te darán problemas Vandarion, los dioses te envían señales aunque no creas en ellos.
- ¿Y que dicen? ¿Que queme sus ciudades? Por algo están los estandartes en el fuego ¿no?
- Los que se queman son los fieles, el estandarte representa a los grandes señores, las astas a su pueblo, el señor de Tebelia titubea sobre la rebelión, si le das el motivo correcto te será fiel, su pueblo y el de Nesselia siguen siendo fieles a Nördulf... Pero el señor de Nesselia... él es el enemigo a derrotar y seguramente el que ha comenzado todo esto de la rebelión
- Lleva a Rakim a la biblioteca al terminar todo esto, hablaré con él en privado... y averigua quien es el que portaba el estandarte de Tebelia.
- Así lo haré mi Rey... - Mioir sonrió, Vandarion era impulsivo pero astuto, sería un buen rey, y un enemigo temible para el que se atravesara en su camino.
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Mensaje por Vandarion Miér Ene 09, 2013 3:52 pm

Las hachas hendían el aire sin encontrar un objetivo aún. Eran hachas de hierro, quebradizas y sin filo, hachas de entrenamiento que se quebrarían antes de atravesar una coraza, pero que aún así podían abrir un cráneo o quebrar un hueso a través de la cota de malla.
El día anterior había sido largo y agotador, Vandarion aún podía sentir el peso del trono en los hombros, pero aún así se movía como gato por la arena de entrenamiento, él y su primo Grümfeld se movían en círculos sin quitarse los ojos de encima, midiéndose paso a paso.

Luego de la ceremonia dejó al pueblo celebrar mientras los representantes de las ciudades se dirigían al banquete en el castillo. El soldado de Nesselia fue excluido, y el de Tebelia invitado al saber finalmente que era un sobrino de Rolf Randill, el viejo inseguro no se atrevió después de todo a provocar su ira como hizo Nesselia.

El Cuervo llevaba un hacha en cada mano, como se usaba en Steinmasse, viejos guerreros del viejo estilo, peleaban casi desnudos y hasta la muerte, suya o del contrincante, los Bjørnmenn. Pero en este caso el Cuervo si llevaba, al menos, una cota de mallas. Vandarion por otro lado llevaba un hacha enorme con dos filos, parecida en peso y equilibrio a su Forfrysninger, más lenta que las hachas del Cuervo, pero con mucho más alcance, por lo que éste rara vez se le acercaba.

La reunión con Abul Rakim fue corta pero fructífera, Doonaria se mantenía fiel y no tenían deseo alguno de entrar en conflictos - Las guerras me cuestan demasiado dinero - le había dicho Rakim, los Doonaris son por sobretodo comerciantes, no les importa quien sea su amo mientras ellos puedan ganar dinero. Luego Rakim había partido esa misma noche de vuelta al Sur, se verían nuevamente cuando Vandarion descendiera por el Vinelven a resolver lo de Tebelia... y luego lo de Nesselia.

Grümfeld finalmente atacó, Vandarion bloqueó el primer hachazo y esquivó el segundo, giró en 360° para usar la fuerza centrífuga del hacha a su favor, pero el Cuervo ya había retrocedido, el impulso hizo que le tomara tiempo detener el hacha, y el Cuervo saltó al darse cuenta, pero el hacha no se detuvo y un golpe seco del mango del hacha grande en su mandíbula lo hizo rodar por el suelo, sin soltar sus hachas.

Mioir se reunió con Vandarion una vez Rakim había partido, estuvieron largas horas en la biblioteca preparando lo que se conversaría en la reunión del día siguiente, finalmente y mucho después de que la noche cubriera el norte con su manto de oscuridad, Vandarion tuvo el tiempo para descansar unas horas. Sin embargo antes de que el día clareara Grümfeld se presentó en su habitación para pedirle una sesión de entrenamiento con el nuevo Rey.

El Cuervo se levantó, tenía la mandíbula desencajada, pero no se rendiría solo por eso, sin embargo la rabia lo haría más impulsivo. Vandarion lo incitó a acercarse con una sonrisa, y Grümfeld aceptó la invitación, las dos hachas se arrojaron contra el cuerpo de Vandarion simultáneamente para que no pudieran ser bloqueadas ambas, pero el hacha grande fue más rápida por primera vez, el mango se hundió en el estómago del Cuervo quien se dobló en dos dejando caer las hachas, y luego fue pan comido darle con la parte plana del hacha en la cabeza. Grümfeld cayó al piso con una brecha en la frente, mientras los soldados y la guardia en el patio se carcajeaban con ganas.

- Que le arreglen la cara y le curen la cabeza, cuando despierte que acuda a la Sala de los Generales.

Vandarion dejó a su primo en manos de unos cuantos Ulf, y desapareció del patio en pos de la Sala de los Generales, hoy comenzaba el resurgimiento de Nördulf.
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Mensaje por Vandarion Lun Ene 14, 2013 5:29 pm

Se contaba en las viejas historias que el Castillo de Piedra ya estaba cuando los primeros hombres de Nördulf descendieron desde las montañas. Supuestamente una raza de hombres bajos, enanos, había construido esta fortaleza encastrada en el corazón de las montañas y que con el tiempo fueron abandonando el lugar, unos dicen que la montaña no les entregó más riquezas, otros que los frecuentes ataques de los hombres de las montañas los convencieron. Fuera lo que fuera, a Vandarion no le importaba. Lo que sí, se daba cuenta fácilmente que el trabajado de la piedra era totalmente superior al que jamás podría alcanzar el mejor de sus hombres. Ni las fortalezas de Steinmasse poseían la gloria, ni el diseño perfecto que ostentaba el Castillo de Piedra. Ni una grieta en su fachada denotaba los milenios en que aquel castillo había desafiado las terribles tormentas que se gestaban al norte del mundo y que azotaban frecuentemente y por varios días con su gélido viento que escupía agua, hielo y nieve con una fuerza sobrenatural. La piedra pulida brillaba a la luz del sol o de las antorchas que la iluminaban y ni la más hábil de las moscas podría haberse detenido a descansar en sus muros sin resbalar, tan magníficamente lisos eran éstos. Todo esto dábale una luminosidad especial a sus pasillos y habitaciones, donde la más débil de las antorchas parecía iluminar como el mismísimo sol hasta el más oscuro de los rincones. Además, algún extraño sistema lograba que hasta la más profunda de las masmorras estuviera tan ventilada como una habitación con ventanas, por lo que no había ni un solo rincón en el castillo donde el encierro oprimiera el pecho con la falta de aire.
Pero lo que Vandarion disfrutaba de veras eran los minuciosos tallados que cubrían las paredes y columnas. Historias de grandes batallas, escenificaciones de paisajes utópicos, extrañas criaturas sobrenaturales. Uno de sus favoritos era la historia de una batalla contra un dragón que se podía ver en uno de los pasillos principales de la primera planta, casi a la entrada. Hordas de soldados descendían de numerosos barcos que ascendían por un río, el ejercito avanzaba por una planicie y ascendía por una montaña donde desde una cueva un dragón con la mitad del cuerpo fuera lanzaba fuego por su boca y nariz. Era tan maravilloso el detalle y el tamaño de tal mural, que Vandarion aún recuerda haber encontrado cuando pequeño, un detalle de aquella escena donde un soldado vomitaba por la borda de un barco, pero hasta la fecha nunca fue capaz de encontrarlo nuevamente.
Por aquellos senderos de piedra avanzaba Vandarion camino a la Sala de los Generales, parecía avanzar por un bosque de piedra, donde columnas talladas como troncos y el techo y las paredes semejantes al denso follaje que ocultaba un millar de animales lo rodeaba. Aquí y allá ojos de ópalo ocultos entre hojas de piedra brillaban con la luz de las antorchas, y al final de aquella sala perdida en el espacio y en el tiempo una puerta de dos hojas de roble ribeteada con arabescos de brillante bronce era custodiada por dos guardias, la Sala de los Generales.
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Mensaje por Vandarion Miér Ene 16, 2013 3:47 pm

Los guardias se cuadraron llevando la mano derecha al pecho mientras con la izquierda sostenían una larga lanza de nogal y punta de bronce, eran importadas de las tierras del sur y ocupadas solo por los guardias de la ciudad. Luego del saludo abrieron ambas hojas de las puertas por donde entraron inmediatamente cuatro Fryst Ulvens de la guardia personal de Vandarion, luego Vandarion mismo y finalmente los seis Fryst Ulvens restantes, Vandarion aún no se acostumbraba a todo el protocolo y seguridad, antes podía andar sin ataduras por todo el castillo y la ciudad, ahora no podía ni calzarse las botas sin que diez Fryst Ulvens estuvieran a su alrededor.
La sala era amplia, el piso de piedra cubierto por suaves alfombras de lana de mamut, en medio de la sala sobresalía una mesa redonda de piedra, tallada suavemente desde el mismo piso de la sala, por lo que estaba unida a él y era imposible moverla, la rodeaban numerosos asientos de madera de pino forradas en piel de lobo, y el asiento de Vandarion, más alto que el resto, con apoya brazos en forma de patas y forrado en piel de León del Hielo Rayado. Los estandartes de cada una de las ciudades principales del reino colgaban de las murallas rodeando la habitación, y por supuesto, el estandarte de Nördulf colgaba tras el asiento de Vandarion. Ocho antorchas iluminaban desde sus pedestales de hierro el mapa que yacía desplegado en la mesa, donde Dragnir, Aldarión y Adamantis ya lo revisaban, intercambiaban opiniones, gritaban, se enfurecían y se volvían a apaciguar. Mioir también estaba en la habitación pero no participaba de la algarabía, hizo una leve reverencia con su cabeza cuando Vandarion entró en la habitación, y el ruido de las puertas al cerrarse sacó de su ensimismamiento a los tres que discutían sobre el mapa.
La guardia de Ulven Frysts tomó rápidamente posiciones alrededor de la habitación mientras Vandarion saludaba a cada uno de los presentes para luego tomar asiento.

- Grümfeld se disculpa y llegará un poco más tarde - Lanzó Vandarion apenas todos estuvieron en sus asientos.
- Extraño pues yo lo vi vestido y armado antes de que saliera el sol - Dijo Dragnir - De todas maneras, ¿Porque no vino el cerdo gordo de Rakim? ¿También nos quiere traicionar? El muy cerdo...
- Tranquilo Dragnir, mi conversación con él fué ayer, no necesito sus hombres... no su ejercito al menos, sabes que su preparación dista mucho de complacerme.
- Soldaditos de algodón es lo que son, si no los incluyes tanto mejor, a quienes temo es a sus Mahai.

Los Mahai de Doonaria eran un poderoso clan de asesinos, su poder en la ciudad era tal que la daga en su estandarte los representaba a ellos. Dagas, cuerdas, veneno y hasta artefactos que explotaban eran su carta de presentación. Ya en la conquista de Doonaria a manos de Nördulf mostraron sus credenciales cuando luego que el ejercito fué aplastado los hombres de Nördulf comenzaron a fallecer sin causa aparente, el veneno en pozos y manantiales eran estrategias comunes para ellos, todo cabó cuando Erik el Cruel amenazó con quemar la ciudad hasta sus cimientos y asesinar hasta a los perros que habitaban en las calles si las muertes no cesaban.

- Esos asesinos son de la peor estofa, no combaten como hombres sino con artes de mujeres, por la espalda - Reafirmó Dragnir molesto.
- Yo me ocupo de los Mahai, tu estudia Nesselia, ese es el objetivo de esta reunión.
- Estoy de acuerdo con Nesselia pero ¿Que pasa con Tebelia? Tampoco asistió el viejo Randill, ni siquiera su hijo Arlaf, estabamos discutiendo la mejor manera de entrar a su isla... - Interrumpió Aldarión.
- Tebelia caera sin ayuda de nuestros ejercitos, pero Nesselia... Ellos pagarán su osadía, Adamantis dime con que fuerzas cuentan los Varos.
- Catorce mil cabezas de caballo, más cuatro mil de infantería mi señor Vandarion - Adamantis al parecer venía preparado para esta reunión.
- Tu pueblo está preparado... ¿ya sabías de la traición?
- El año pasado llegaron mensajeros de Nesselia instando a la rebelión, la muerte del rey gatillaría todo...
- Lo mismo que me informó Rakim...
- Desde entonces hemos reunido nuestras huestes y caballos, sabíamos que Nördulf nos necesitaría en ese momento.
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Mensaje por Vandarion Vie Ene 18, 2013 3:18 pm

Entre gritos, risotadas e hidromiel servido por esclavas continuó la reunión, la voz gruesa y profunda de Dragnir se alzaba por sobre las demás, la voz parsimoniosa de Aldarión sonaba más serena, Mioir trataba de reconciliarlos cuando no se entendían entre ellos y Adamantis de vez en cuando intervenía cuando le parecía oportuno. De pronto un rugido fuera de la habitación hizo el silencio en la habitación mientras todos miraban con interés hacia la puerta. Ésta se abrió de golpe, y con otro rugido un guardia entró volando y cayó rodando hasta dar con la pared al otro lado de la habitación, los Fryst Ulvens tomaron posiciones frente a la puerta con las hachas listas hasta que Vandarion no pudo evitar una carcajada al ver a Grümfeld entrar muy campante con la mandíbula atada con vendas y unos groseros puntos juntandole los bordes de la herida en la frente.
Le habían desarmado las tres rubias trenzas que llevaba siempre en el pelo y le habían cortado la barba dejandosela rala como la de un jovencito, no podía hablar por las vendas de la mandíbula por lo que solo gruñía, se había cambiado la cota de malla por ropas más ligeras y un tabardo con el emblema de Steinmasse en el pecho.

- Lo que nos trata de decir es que se tropezó con mi hacha por lo que se ha demorado mientras lo afeitaban - Dijo Vandarion, lo que hizo que Dragnir estallara en una carcajada que esparció el hidromiel que se habia llevado a la boca por todo el mapa y la ropa de Aldarión.
- Maldición gordo, cuidado con el mapa, ¡Mira como me has dejado la barba! - En respuesta Dragnir solo podía reír aún más fuerte mientras Aldarión se estrujaba infrutuosamente la trenza de la barba.
- Toma asiento joven cuervo, hay cosas que discutir - La palabra joven era una indirecta por su barba rala e hizo que Dragnir renovara sus carcajadas y que Grümfeld se dejara caer en la silla con un gruñido de mal humor.
- íbamos a decidir nuestras posiciones para asediar Nesselia, pero gracias a Dragnir tendremos que hacerlo sin mapa - Dragnir hizo una reverencia sonriente - Será dificil, ya que son ellos quienes nos proporcionan las armas de asedio, es probable que tengamos que agotarlos por hambre...
- Quizás la Torre Oscura pueda proporcionaros ayuda en eso mi señor - Interrumpió Mioir.
- Aunque conozcan como fabricar las armas no tenemos el tiempo para hacerlas, si nos demoramos nos arriesgamos a que Tebelia se pase finalmente al lado de Nesselia.
- Tenemos otros medios mi señor, nosotros proporcionamos algunos artefactos explosivos a los Mahai, son menores para que no causen más daño que el necesario, pero tenemos algunos más antiguos que pueden destruir la piedra como si fuera barro seco...
- Habla entonces con Irior, que me proporcione unos cuantos artefactos si es posible, si funcionan como dices no será necesario matarlos de hambre
- Solo hacerlos volar - Acotó Dragnir con una sonrisa de oreja a oreja
- Al que quiero ver volar es a Lord Essex, pero antes chillará como el cerdo que es
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Mensaje por Vandarion Miér Ene 30, 2013 3:39 pm

Dos semanas pasaron desde la reunión en la Sala de los Generales. Grümfeld había vuelto a Steinmasse al día siguiente, y Adamantis hizo lo propio un par de días después. Mioir partió a la Torre Negra escoltando al Archimago y sus acólitos para preparar el envío de los artefactos explosivos. Ellos viajaban por tierra, por lo que había que darles tiempo, pero el tiempo de espera llegaba a su fin, en una semana más debían encontrarse los ejercitos a las afueras de la ciudad amurallada de Nesselia para su asedio.
Vandarion supervisaba en el puerto la carga de su Drakkar, el Reina Muerte, el terror negro de 30 metros de eslora y 4 metros de amura. Llevaba fácilmente 120 hombres, Fryst Ulvens, acomodándolos de a dos por remo. El casco era negro cubierto de brea, y el tallado del mascarón de proa era una calavera de dragón, en cuyas cuencas habían dos rubís engarzados que le daban un aspecto siniestro al reflejar alguna luz.
Dragnir se aproximó a Vandarion con paso presuroso, de cota de maya y tabardo blanco con el emblema de Nördulf, a la espalda llevaba una enorme hacha de dos manos, como todos los Fryst Ulvens, solo su tabardo lo identificaba como el Comandante.

- La carga de los Drakkars y los Snekkars está completa mi señor, los hombres esperan

Al mismo tiempo y desde el otro lado se aproximó Aldarión, como siempre de cuero tachonado en hierro, su trenza de la barba tomada en el cinturón y dos espadas cortas cruzadas en la espalda, saludó a Dragnir a la manera formal y luego con una reverencia a Vandarion.

- Los Ulvars y Knarrs están listos para zarpar
- Entonces den la orden de embarco, zarparan siguiendo al Reina Muerte

Ambos hicieron una reverencia y se marcharon a sus respectivos sectores, Dragnir con sus Fryst Ulvens navegaban en los barcos de guerra, mientras Aldarión con los Ulf navegaban los barcos de transporte, más cortos pero más anchos que los Drakkars y Snekkars.
Los Drakkars se diferenciaban de los Snekkars sólo en que los primeros llevaban un mascarón de dragón en proa mientras los segundos no. Lo mismo los Ulvars de los Knarrs, los primeros llevaban un mascarón de lobo en proa mientras los segundos no.
El bullicio duró lo que noventa o cien hombres demoran en embarcar y acomodarse en los remos, los encargados del puerto luego tenían la ardua tarea de empujarlos al agua ya que gracias a la ausencia de quilla podían vararlos en la costa sin dañarlos, esto ademas los ayudaba a navegar el río ya que tenían muy poco calado llegando a navegar sin problemas en aguas de un metro de profundidad. Las orillas del puerto estaban especialmente diseñadas para este tipo de embarcación, subiendo en un angulo poco pronunciado desde el agua hacia tierra donde un suave colchón de piedras de río recibía a las embarcaciones que quedaban con proa en tierra y la popa en el agua.
El Reina Muerte fué el primero en salir y fué escoltado rápidamente por dos Drakkars, y luego comenzó a salir al río una fila interminable de embarcaciones. Treinta Drakkars y setenta Snekkars transportaban nueve mil Fryst Ulvens, noventa por barco. Y cien Ulvars más trecientos Knarrs transportaban doce mil Ulfs, treinta en cada barco.
Vandarion sentía el viento en el rostro mientras comenzaba el descenso por el río, hacia atrás se veía una cola interminable de velámenes negros para no ser detectados por la noche, los soldados descansaban ya que la corriente del río hacía su trabajo y no se necesitaba el uso de remos. Vandarion de pié en la proa mirando hacia adelante, hacia su destino, no pudo evitar soltar una sonora carcajada, era la primera vez en décadas que la flota de Nördulf navegaba el río. Se acabó la Era de Vignar el Pacífico, Nördulf volverá a ser temido, la sangre volverá a cubrir la tierra.
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Mensaje por Vandarion Jue Feb 14, 2013 3:10 pm

El Vinelven discurría sereno cortando el paisaje por la mitad, su superficie solo era pertubada por las ondas de lor barcos y aquí y allá un pequeño remolino allí donde una roca bajo la superficie perturbaba su pacífico avance. Y su avance era pacífico al menos en la superficie, pues cualquiera que habitara cerca sabía que su corriente era fuerte y traicionera bajo la superficie de apariencia tranquila. Cualquiera que cayera en sus aguas si no sabía nadar moriría inexorablemente, y si sabía nadar tenía pocas probabilidades de sobrevivir, había que ser muy fuerte para vencer las aguas del Vinelven, y más fuerte aún para sobrevivir luego de salir de aguas heladas y encontrarse con vientos igual de fríos que congelarían la ropa mojada hasta dejarla tiesa en un par de minutos, igual que a la persona que iba dentro.
Vandarion observaba las aguas del río transparentes como el cristal, el sol del medio día llegaba hasta el fondo del río dejando ver las piedras que lo conformaban, aquí y allá un brote de algas que se torcían siguiendo la fuerza de la corriente, y si eras atento podías ver pececillos que nadaban contra la corriente y se camuflaban entre las engañosas sombras del agua. Algunos barcos comenzaban a soltar baldes desde la borda para subir agua para los soldados, era ya la hora de almuerzo y se repartían entre la guarnición carne salada, frutas y agua, hasta pasada la campaña no habría alcohol. Había que estar siempre alertas, ya se habían abatido dos oteadores Nesselis con certeras flechas desde los barcos, y quien sabe si no habrían más que escaparan y dieran la voz de alerta, lo sabrían a la noche cuando llegaran a las costas cercanas a la ciudad y desembarcaran con sigilo para rodearla en la oscuridad.
Todo estaba cuidadosamente planeado, aquella noche no solo llegaban los Drakkars de Nördulf, también deberían llegar las fuerzas de los Varos y los hombres del Cuervo, si alguien no llegaba, si alguien se retrasaba, era probable que no pudieran rodear la ciudad por completo lo que no sería oportuno para sus planes.

El silencio reinaba en la costa cuando la noche la cubrió con su negro manto, los soldados callaban y los remos apenas rozaban el agua con la delicadeza de una mariposa, nadie oyó cuando encayaron en la rivera barrosa, nadie oyó las pesadas pisadas de las botas de cuero y hierro, y nadie se dió cuenta que mientras los silenciosos soldados desembarcaban, tres barcos seguían el rumbo del río amparados por la noche, hacia el mar.
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